INTRODUCCIÓN
En el siguiente
ensayo académico se tratara el tema de la filosofía de la mente el cual se
ocupa de los estados mentales, de sus efectos y sus causas.
Así como también se
verán argumentos a favor del dualismo que se basa únicamente en el abismo
intuitivo entre lo mental y lo material, así como todas las investigaciones que
se han venido realizando a cerca de este tema hasta el día de hoy.
DESARROLLO
Filosofía de la mente
Representación
frenológica de las áreas cerebrales en correspondencia con las funciones
mentales. La frenología fue uno de los primeros intentos de relacionar funciones
mentales con partes específicas del cerebro.
La filosofía de la
mente se ocupa de la naturaleza de los estados mentales, de sus efectos y sus
causas. La cuestión del comportamiento de los estados mentales y físicos ocupa
aquí un lugar central. Además de las cuestiones ontológicas acerca de la
naturaleza de los estados mentales, la filosofía de la mente estudia cuestiones
epistemológicas en torno a la cognoscibilidad de la mente.
Argumentos en favor
del dualismo
¿Se basa el dualismo
únicamente en el abismo intuitivo entre lo mental y lo material? ¿O existen
argumentos concretos en favor del dualismo? El argumento más conocido es el
desarrollado por René Descartes en las Meditaciones. En resumen, es el
siguiente: Puedo imaginarme clara y distintamente que el espíritu exista sin la
materia. Lo que uno puede imaginar clara y distintamente es al menos, por
principio, posible. Así, pues, es al menos posible que el espíritu exista sin
la materia. Si es posible que el espíritu exista sin la materia, espíritu y
materia han de ser entidades diferentes. Puesto que espíritu y materia han de
ser entidades diferentes, en consecuencia el dualismo es cierto.
Las premisas del
argumento pueden ponerse en duda. ¿Por qué, por ejemplo, habría de ser algo
posible sólo porque puede imaginarse clara y distintamente? A pesar de
problemas de este tipo, aún hoy en día se siguen defendiendo variantes del
argumento cartesiano, por ejemplo, Saúl Kripke. Las posiciones dualistas se
vuelven más plausibles por los problemas que plantea el materialismo que por
sus propios argumentos positivos.
Los argumentos en
favor del dualismo son básicamente de carácter epistemológico, aunque el
dualismo encuentre también acogida por motivos morales o religiosos; en
realidad, muchos ataques al dualismo pudieran estar inspirados más en esta
clase de motivos que en los primeros.
El primer apoyo
intuitivo al dualismo proviene del hecho de que tengamos alguna clase de acceso
privilegiado a nuestra propia conciencia; así, por ejemplo, si por potente que
fuese la tecnología empleada (estamos imaginando un experimento mental) no se
pudiese conocer lo que pensamos cuando se examinase a fondo nuestro cerebro,
habría que concluir que lo que llamamos nuestra conciencia no se encuentra
enteramente en el mundo físico, por mucho que guarde obvias relaciones con él.
El hecho de que podamos sentir un dolor, por ejemplo, sin que haya muestras
físicas evidentes de ello, o el que podamos mentir, son ejemplos muy comunes de
esa cualidad, ejemplos que impresionaban grandemente a un filósofo tan poco
propicio al dualismo como Bertrand Russell. El argumento cartesiano que
concluye con el "cogito, sum" se apoya en esta clase de razones,
aunque culmina con una forma lógica en la que influye también una consideración
de distinto tipo, a saber: el hecho de que si he de atender a mis razones he de
ser un sujeto independiente de toda influencia externa para tener alguna
credibilidad. Epicuro formuló de manera impresionante y concisa esta forma de
argumentar: "El que dice que todo acontece por necesidad nada puede
objetar al que niega que todo acontece por necesidad, pues esto mismo afirma
que acontece por necesidad" (Exhortaciones de Epicuro, Gnomologio
Vaticano,
Los filósofos
espiritualistas, especialmente Berkeley y Bergson han subrayado la importancia
de esa clase de apoyos intuitivos para relativizar la importancia de la noción
de materia. Entre los pensadores recientes, el físico Erwin Schrödinger ha
insistido en la importancia de esta clase de cuestiones para relativizar la pretendida
prioridad ontológica de la materia sobre la conciencia.
Otros dualismos.
Existen también otras
formas de dualismo, entre las que mencionaremos las cuatro más importantes.
Paralelismo psicofísico: El paralelismo fue
desarrollado por Gottfried Wilhelm Leibniz Las tesis centrales son:
1. Espíritu y materia son dos sustancias
diferentes.
2. Dichas sustancias no interactúan entre
sí.
3. Sino que actúan en paralelo, pero de
modo sincronizado.
De este modo se
superarían los problemas del dualismo interaccionista, pues ya no habría que
buscar un lugar en el cerebro donde se produjera la interacción. Sin embargo,
este planteamiento arroja nuevas preguntas. Si quiero ir al frigorífico
(proceso mental), normalmente voy al frigorífico (proceso físico). ¿Cómo puede
ser que entre mente y materia no se produzcan efectos recíprocos? El
paralelismo responde a esto que los sucesos mentales y materiales corren de
forma paralela, al igual que relojes sincronizados. Intuitivamente, parecería
una casualidad increíble que en todos los seres que experimentan fenómenos
mentales la maquinaria física corriera exactamente de forma paralela a dichos
fenómenos, pero Leibniz atribuyó la razón de ese paralelismo a la acción de
Dios.
Gottfried Wilhelm
Leibniz en un retrato de Bernard Christoph Francke (alrededor de 1700).
Ocasionalismo: El ocasionalismo ha sido
defendido, entre otros, por Nicolás Malebranche. La idea es la siguiente:
cuando quiero hacer algo se está produciendo un suceso inmaterial en mi
espíritu. Dios conoce ese hecho y hace que el cuerpo se ponga en movimiento.
Epifenomenalismo: El epifenomenalismo entiende
la conexión entre mente y materia como una relación de un solo sentido: la
materia actúa sobre la mente inmaterial, pero no a la inversa. Sin embargo, el
epifenomenalismo plantea problemas similares a los del dualismo
interaccionista. ¿En qué lugar se produce el efecto sobre la mente? ¿Cómo se
produce dicho efecto? Todavía hoy hay defensores del epifenomenalismo. Uno de
ellos era, hasta hace poco, Frank Jackson.
Dualismo de propiedades: El dualismo de
propiedades ha experimentado un renacimiento en los últimos años debido a un
libro de David Chalmers. El dualismo de propiedades puede incluirse entre los
dualismos sólo con ciertas reservas. Al contrario que los demás, con respecto a
la sustancia es un monismo; es incluso compatible con la tesis de que todo se
compone de pequeñas partículas físicas. Sostiene, no obstante, que hay
propiedades no materiales. Chalmers califica a la propiedad de "ser
experimentado de determinada manera" (los qualia) de propiedad no
material. Sus reflexiones se apoyan en el concepto de superveniencia y en la
lógica de las explicaciones reductivas.
Respuestas monistas
al problema mente-cuerpo
El monismo, en
contraposición al dualismo, afirma que sólo hay una substancia. Hoy en día casi
todos los monismos son materialistas. Así, pues, afirman que la única
substancia existente es la materia. No obstante, son posibles otras
formulaciones: podría también afirmarse que no hay materia, sino sólo espíritu.
Tal monismo idealista tiene pocos defensores en la actualidad. Una tercera
posibilidad consiste en suponer una substancia que no es ni materia ni
espíritu. Lo mental y lo físico serían propiedades de esa única substancia.
Esta posición fue defendida por Baruch Spinoza y popularizada por Ernst Haeckel
en el siglo XIX. Este monismo se asemeja al dualismo de propiedades (V. más
arriba). En lo que sigue nos ocuparemos únicamente de los monismos
materialistas clásicos.
Conductismo
El conductismo ha
sido la corriente dominante en la filosofía de la mente durante la primera
mitad del siglo XX. En la psicología surgió como reacción al problema de la
introspección: cuando mediante la introspección alguien habla de su mundo
mental interior, no hay manera (o no la había entonces) de comprobar la veracidad
de sus declaraciones. Pero sin posibilidad de verificación, dicen los
conductistas, no hay ciencia posible. ¿Cuál es la solución para la psicología?
Debería renunciar a ocuparse de la vida íntima mental y la introspección y, en
vez de eso, concentrarse en el comportamiento observable.
Paralelamente a estos
desarrollos de la psicología fue surgiendo un conductismo filosófico. Este se
caracteriza por un verificacionismo que considera carentes de sentido las
declaraciones sobre la vida íntima mental que no pueden ser comprobadas. Sin
embargo, ¿qué son los estados mentales si no conforman una vida íntima mental
de la que se pueda dar cuenta mediante la introspección? Los conductistas
responden: los estados mentales son descripciones de la conducta o disposiciones.
El conductismo
filosófico ha sufrido una decaída desde la última mitad del siglo veinte,
coincidiendo con el ascenso del cognoscitivismo. Los cognoscitivistas rechazan
el conductismo debido a varios problemas que consideran insostenibles. Por ejemplo,
se puede pensar que el conductismo es contra-intuitivo al afirmar que cuando
alguien habla de sus punzantes dolores de cabeza esté hablando de su conducta.
Teoría de la identidad
La teoría de la
identidad, desarrollada por John Smart y Ullin T. Place, fue la reacción al
fracaso del conductismo. Si los estados mentales son algo material, pero no
conducta, habrá que suponer que son idénticos a los estados físicos internos.
De esto se sigue inmediatamente que un estado mental M no es otra cosa que un estado
cerebral C. El estado mental "deseo de un café" no sería otra cosa
que "la activación de determinadas neuronas de determinadas regiones
cerebrales".
La teoría de la
identidad experimentó un impulso debido
a los avances de la neurociencia. Los actuales procedimientos de monitorización
proporcionan nuevos conocimientos acerca del funcionamiento del cerebro.
Pese a una cierta
plausibilidad inicial, la teoría de la identidad tiene que enfrentarse con al
menos un serio problema, la realización múltiple, tal como la formuló Hilary
Putnam Parece claro que no sólo los seres humanos, sino también por ejemplo los
anfibios, o los alienígenas si los hubiera, pueden padecer dolores. Pero parece
improbable que todos los seres con los mismos dolores se encuentren en el mismo
estado cerebral. Pero si no es ese el caso, entonces el dolor no puede ser
idéntico a un determinado estado cerebral. De modo que la teoría de la
identidad carece de fundamento empírico.
Incluso si sucediera
que un determinado estado cerebral está ligado en cada caso con un único estado
"mental" de la persona, esta correlación absoluta entre estado mental
y estado cerebral no significaría necesariamente que ambos estados son de hecho
uno y el mismo.
Otro problema de la
teoría de la identidad radica en que, ciertamente, puede describir el
"deseo de tomar un café" por medio de un determinado estado cerebral;
sin embargo, la declaración acerca del estado cerebral sólo tiene significado
si sabemos lo que significa sentir el deseo de tomar un café. Así pues, un
lenguaje neurocientífico sobre los procesos mentales no puede prescindir del
contenido semántico del lenguaje corriente, que expresa tanto los procesos
mentales como el deseo de tomar un café, y no puede por tanto sustituirlo, como
se pretende.
Pese a estos
problemas, hoy en día se da un cierto renacimiento de la teoría de la
identidad, debido sobre todo a Jaegwon Kim.
Funcionalismo El funcionalismo fue desarrollado, entre otros por Hilary
Putnam, como reacción a los problemas de la teoría de la identidad La idea es la siguiente: si los seres con
estados cerebrales diferentes pueden tener el mismo estado mental (con lo que
la teoría de la identidad se revela falsa), ha de existir no obstante algo que
los estados cerebrales tengan en común. La solución de los funcionalistas
consiste en subsumir los distintos estados cerebrales bajo el mismo estado
funcional. Los estados mentales serían entonces estados funcionales .Pero ¿qué
son los estados funcionales? A menudo se explica utilizando el ejemplo de una
sencilla máquina automática. Imaginemos una máquina expendedora que por cada
moneda da una golosina. La máquina puede describirse por medio de sus
diferentes estados. Ha de haber un estado en el que la máquina expulse la
golosina sin pedir más monedas. Pero ha de haber también estados en los que la
máquina pida una moneda de 50 o 20 céntimos más para expulsar algo. En clave de
la teoría de autómatas, la máquina expendedora de golosinas puede describirse
completamente de esta manera, por medio de estados funcionales abstractos. Lo
fundamental del ejemplo está en que la descripción es válida con independencia
de cómo esté hecha la máquina. La analogía es clara: los estados mentales son
estados funcionales independientemente de los estados cerebrales concretos que
los produzca. Materialismo no reductivo
Para muchos filósofos
hay dos convicciones que van juntas:
1. El materialismo es cierto, los estados
mentales han de ser estados materiales.
2. Todas las propuestas reductivas
concretas son insatisfactorias: los estados mentales no pueden reducirse a
conductas, estados cerebrales o estados funcionales.
Esto nos lleva a la
pregunta de si puede haber un materialismo no reductivo. El monismo anómalo de
Donald David son es un intento de formular tal tipo de materialismo.
Esta idea se formula
a menudo con el concepto de superveniencia: los estados mentales supervienen
sobre los estados físicos, pero no son reducibles a ellos.
"Superveniencia" describe ahí una relación de dependencia: lo mental
no puede cambiar sin que haya cambios físicos.
Entre otras
alternativas al monismo reduccionista, también se encuentra el fisicalismo no
reduccionista propuesto por Malcolm Jeeves, profesor de filosofía de la
Universidad de St. Andrews en Escocia, y Warren Brown, profesor de psicología
en el Fuller Theological Seminary en California. Para estos autores, su
“fisicalismo” estriba en sostener que no es necesario postular para el alma o
la mente una segunda entidad metafísica. Para esta postura, el alma o la mente
están fisiológicamente expresadas o encarnadas en nuestra persona, pero no cabe
una explicación exhaustiva de esta en virtud de un análisis exclusivamente
biologicista. Su propuesta se encamina a reconciliar nuestros puntos de vista
sobre cuerpo y alma –mente y cerebro– considerándolos en el conjunto de la
persona. “Nosotros somos almas, no tenemos almas”, señalan como una frase que
pretende resumir acertadamente su pensamiento.
Materialismo eliminativo
Si se es
materialista, se considera que los esfuerzos reductivos han fracasado y que un
materialismo no reductivo es incoherente, puede recurrirse a una última opción
y afirmar: "No hay estados mentales". Pero ¿no es esto completamente
absurdo? Los materialistas eliminativos afirman que los estados mentales han
sido introducidos por nuestra psicología popular. Si ahora, con los avances
científicos, la psicología popular se revela falsa, también habremos de acabar
con las entidades por ella postuladas. En este punto, eliminativistas como por
ejemplo Patricia y Paul Churchland a menudo señalan el destino de otras teorías
falsas a lo largo de la historia. Por ejemplo, la brujería se ha mostrado
falsa. La consecuencia es la aceptación de la no existencia de brujas.
La visión del mundo
según la cual todo es materia siguiendo leyes físicas, y en la que el cerebro
es la única realidad existente en los mal denominados "fenómenos
mentales", es criticada usualmente por partidarios de una visión
mentalista o dualista, incluyendo casos de emergentistas que piensan que la
mente es algo que "emerge" y se separa ontológicamente del cuerpo.
Estas críticas apelan a la realidad de los "qualia" y la consciencia
dado que son directamente percibidos. Martín López Corredoira, desde una
posición materialista, sale al paso de esos argumentos: tales percepciones son
una pura ilusión, una fantasía, sueños sobre algo irreal.
Crítica de la filosofía del lenguaje al
problema mente-cuerpo
Todo intento de
resolver el problema mente-cuerpo se topa con serios problemas, en particular
problemas conceptuales. Cabe por tanto la posibilidad de rechazar el problema
mente-cuerpo como un falso problema. Esta posición es defendida hoy en día en
particular por la filosofía analítica, siguiendo a Ludwig Wittgenstein. Los
defensores de esta posición explican que es un error preguntarse cómo se
ajustan los estados mentales y los biológicos. Más bien debería aceptarse que
los seres humanos pueden describirse de formas diversas: por ejemplo, en
términos mentales o biológicos. A juicio de la tradición wittgensteniana los
falsos problemas surgen cuando se intenta reducir una forma de descripción a
otra, o también cuando se emplea el vocabulario mental en el contexto
equivocado. Este es por ejemplo el caso cuando se buscan estados mentales en el
cerebro. El cerebro es, sencillamente, el contexto equivocado para la
utilización del vocabulario mental. La búsqueda de estados mentales en el
cerebro es, por tanto, un error categorial o una pura confusión de conceptos.
En la actualidad esta
posición es defendida por intérpretes de Wittgenstein, como Peter Hacker.11
También Hilary Putnam, el iniciador del funcionalismo, sostiene que el problema
mente-cuerpo es un falso problema que se disuelve acudiendo a Wittgenstein.
El naturalismo y sus problemas
La tesis del
materialismo es que la mente es algo material. El problema fundamental de esta
posición es que la mente tiene propiedades que ningún objeto material posee. El
materialismo debe por tanto explicar cómo puede ser que a un objeto material le
correspondan, no obstante, esas propiedades. A menudo se denomina al proyecto
de acometer esta explicación "naturalización de la mente". ¿Cuáles
son las propiedades críticas? Las más conocidas son las dos siguientes:
Qualia
Muchos estados
mentales tienen la propiedad de ser experimentados de maneras diversas. Lo
esencial del estado mental dolor es, evidentemente, que hace daño. Pero ¿de
dónde viene esa experiencia (los qualia)? En un estado neuronal o funcional
nada indica que vaya acompañado de una experiencia de dolor. A menudo el
argumento se formula también como sigue: los acontecimientos cerebrales no
pueden (aún) explicar, por qué se dan acompañados de las vivencias
correspondientes. ¿Por qué muchos procesos cerebrales tienen lugar con un destello
en la conciencia? No parece posible explicarlo.
Parece, no obstante,
que las ciencias deberían explicar esas vivencias. Esto se deduce de la lógica
de las explicaciones reductivas. Si pretendo explicar reductivamente un
fenómeno (p .e., agua), he de explicar también por qué tiene el fenómeno todas
las propiedades que tiene (p .e., fluidez, transparencia). En el caso de los
estados mentales eso significa que habría de explicarse por qué tienen la
propiedad de ser experimentados de determinada manera.
Intencionalidad
John Searle, uno de
los filósofos de la mente más influyentes (2005).
La intencionalidad
describe la capacidad de los estados mentales de estar dirigidos hacia o
encontrarse en relación con algo, lo que hace también que puedan asignárseles
valores de verdad. Esto significa que las ideas pueden ser verdaderas o falsas.
En principio esto puede no tener nada de extraño; sin embargo, cuando se
pretende reducir las ideas a procesos naturales surge un problema: los procesos
naturales no son verdaderos o falsos, simplemente suceden. No tendría sentido
decir que un proceso natural es verdadero o falso. Pero las ideas o los juicios
mentales son verdaderos o falsos, ¿cómo pueden entonces las ideas ser procesos
naturales?
La posibilidad de
asignar a las ideas valores de verdad se debe a que las ideas apuntan a hechos.
Así, por ejemplo, la idea de que Herodoto fue historiador se refiere a Herodoto
y al hecho de que fue historiador. Si se da el hecho, la idea es verdadera; de
lo contrario, es falsa. Pero ¿de dónde procede esta relación? En el cerebro se
producen únicamente procesos electroquímicos y estos parecen no tener nada que
ver con Herodoto.
La filosofía de la mente y las ciencias de la
naturaleza
Los humanos son seres
corporales y, como tales, pueden ser descritos por las ciencias naturales.
Puesto que los procesos mentales no son independientes de los procesos
corporales, la descripción que las ciencias de la naturaleza hacen de los
humanos juegue un importante papel en la filosofía de la mente. Aquí son
relevantes todas las disciplinas que describen procesos relacionados con lo
mental. En consecuencia, la lista de las ciencias relevantes es larga:
biología, informática, ciencia cognitiva, cibernética, lingüística, medicina,
farmacología, psicología, etc.
(Neuro-) biología
El trasfondo teórico
de la biología, como sucede en las ciencias naturales modernas en general,
tiene un planteamiento materialista. Objeto de estudio son en primer lugar los
procesos físicos, que son contemplados como fundamento de la actividad mental y
de la conducta. El éxito creciente de la biología en la explicación de los
fenómenos mentales se entiende sobre todo por la ausencia de refutación del
supuesto fundamental: no hay "ningún cambio de los estados mentales de una
persona sin un cambio en su cerebro".
Dentro de la
neurobiología hay diversas disciplinas que se ocupan de la relación entre los
procesos mentales y los físicos:
• La fisiología sensorial investiga la
relación entre los procesos de percepción y estimulación.
• La neurociencia cognitiva correlaciona
los procesos mentales con los procesos neuronales.
• La neuropsicología describe la
dependencia de las facultades mentales respecto de regiones cerebrales
concretas.
• Por último, la biología, mediante su
planteamiento evolucionista, muestra que el sistema nervioso humano, en cuanto
base de la mente, se ha ido desarrollando tanto ontogenética como
filogenéticamente a partir de estadios previos más simples.
El progreso
metodológico de las neurociencias, en particular la introducción de los
procedimientos de monitorización, condujo en años pasados de manera creciente a
la elaboración de ambiciosos programas de investigación: en la agenda se
encuentra el descubrimiento y comprensión de los procesos neuronales correspondientes
a las funciones mentales (V. tb.: correlato neuronal). Unos pocos
neurobiólogos, como Emil du Bois-Raymond y John Eccles han negado la
posibilidad de una "reducción" de los fenómenos mentales a procesos
cerebrales, en parte por razones religiosas. Hoy en día, El neurobiólogo y filósofo Gerhard Roth
defiende una forma del, así denominado por él, "materialismo no
reductivo"
Informática
La informática se
ocupa del procesamiento automático de informaciones (o al menos de sistemas
físicos de símbolos a los que se asigna información), tal como hacen las
computadoras. Desde su comienzo, las computadoras han sido capaces de
desarrollar acciones para las que una persona necesita su mente. Un ejemplo es
la multiplicación. Pero está claro que las computadoras no utilizan una mente
para multiplicar. ¿Podrían, no obstante, llegar algún día a tener una mente?
Esta pregunta ha experimentado un enorme impulso con las investigaciones en el
campo de la inteligencia artificial (IA).
En la IA hay que
distinguir entre un programa de investigación modesto y otro más ambicioso: es
la distinción de John Searle entre la IA débil y la fuerte. La IA débil tiene
por único objetivo simular estados mentales, sin pretender por ello que las
computadoras tengan realmente conciencia, etc. El objetivo de la IA fuerte, por
el contrario, es una computadora con conciencia. La IA fuerte se remonta al
pionero de la computación Alan Turing. Como respuesta a la pregunta
"¿Pueden pensar las computadoras?" él formuló el célebre test de
Turing. Turing pensaba que una computadora podría pensar cuando en un
"chat" fuera indistinguible de una persona. El test de Turing ha
recibido muchas críticas, entre otros de John Searle, con su experimento mental de la
"habitación china .Por lo demás, queda aún sin respuesta la pregunta
acerca de una posible sensibilidad (qualia) de las computadoras o robots. En
este punto la mayoría de los informáticos son poco optimistas.
Algunos científicos
del campo de la informática creen en la actualidad que su especialidad puede
aportar una nueva contribución al problema mente-cuerpo. Suponen que a partir
de la acción recíproca entre software y hardware, que se produce en toda
computadora, es posible que algún día se puedan descubrir teorías que nos
ayuden a comprender la acción recíproca entre la mente humana y el cerebro.
Psicología
La psicología es la
ciencia que investiga directamente la conducta y los procesos mentales.
Investiga en concreto estados mentales como la alegría, el temor o las
obsesiones. La psicología investiga ahí las leyes que ligan los estados
mentales entre sí o con el input y output de las personas.
Ejemplos de esto nos
los proporciona, por ejemplo, la psicología de la percepción. Esta ha
descubierto principios generales de la percepción de las formas. Una ley de la
psicología de la forma dice: los objetos que se mueven en el mismo sentido se
perciben como relacionados entre sí. Esta ley describe una relación entre el
input visual y los estados perceptivos mentales. No obstante, esto no dice aún
nada acerca de la naturaleza de los estados perceptivos. Las leyes descubiertas
por la psicología son compatibles con todas las respuestas al problema
mente-cuerpo ya descritas.
Consecuencias de la
filosofía de la mente
Hay incontables temas
que se ven afectados por los resultados de la filosofía de la mente. Claros
ejemplos de ello son la naturaleza de la muerte y su carácter definitivo, la
naturaleza de las emociones, de la percepción y de la memoria. También la
cuestión acerca de qué es una persona y en qué consiste su identidad tiene
mucho que ver con la filosofía de la mente. Hay dos temas que, en conexión con
la filosofía de la mente, han despertado especial atención: la libertad y el
yo.
Libertad
En el contexto de la
filosofía de la mente la cuestión acerca de la libertad de la voluntad se
plantea con renovada intensidad. Esto es así al menos para materialistas y
deterministas. Según ellos, las leyes naturales determinan por completo el
curso que sigue el mundo material. Los estados mentales –también por tanto la
voluntad humana– serían, en virtud de ello, estados materiales. De modo que la
voluntad y el actuar estarían completamente determinados por las leyes
naturales. Algunos llevan la argumentación un poco más lejos: las personas no
pueden determinar por sí mismas lo que quieren y hacen. En consecuencia, no son
libres.
Esta argumentación es
rechazada, por una parte, por los compatibilistas. Estos señalan que la
pregunta "¿Somos libres?" sólo puede responderse una vez se ha
concretado qué se quiere decir con "libre". Y, así sigue su
argumentación, no se debería identificar libertad con indeterminación. Con
libertad debería significarse más bien el querer y actuar según el mejor saber
y entender. En este sentido la persona puede también ser libre aun cuando el
determinismo sea cierto. El compatibilista más conocido de la historia de la
filosofía fue David Hume. Hoy en día esa posición es defendida, por ejemplo,
por Daniel Bennett.
Immanuel Kant rechazó
el determinismo de la voluntad y defendió el libre albedrío.
No obstante, hay
también incompatibilistas que opinan que la voluntad de las personas es libre.
Estos filósofos afirman que el curso del mundo no está completamente
determinado por las leyes naturales: al menos la voluntad no ha de estarlo y,
por tanto, es potencialmente libre. El incompatibilista más conocido de la
historia de la filosofía fue Immanuel Kant. Los críticos con esta posición
acusan al incompatibilismo de emplear un concepto de libertad incoherente.
Argumentan de la siguiente manera: si nuestra voluntad no está determinada por
nada, entonces queremos lo que queremos por pura casualidad. Y si lo que
queremos es puramente casual, no somos libres. De manera que si nuestra
voluntad no está determinada por nada, no somos libres.
Yo
Por lo demás, la
mente ha tenido importantes consecuencias para el concepto de yo. Si por
"yo" se entiende el núcleo esencial inmutable de una persona, la
mayoría de los filósofos de la mente afirmarán que no existe tal cosa. La idea
de un yo como núcleo esencial inmutable surge de la idea platónica de un alma
inmaterial "invisible" pero que se halla dentro de nosotros y de
todos los seres vivos del planeta, ya sea animales o plantas. Tal idea es
inaceptable para la mayoría de los filósofos actuales, debido a sus
presupuestos materialistas. No obstante, a la luz de los resultados empíricos
de la psicología del desarrollo, la biología del desarrollo y la neurociencia,
tampoco la idea de un núcleo esencial material constante –plasmado, por
ejemplo, en un área invariable del cerebro– parece plausible.
En vista de este
problema, algunos filósofos afirman que deberíamos dejar de hablar de un yo. De
todos modos esta es una posición minoritaria; más extendida está la opinión
siguiente: por "yo" no debería entenderse un núcleo Esencial
inmutable, sino algo que se encuentra en permanente cambio. Un conocido
defensor de esta postura es Daniel Dennett.
Conclusión
La filosofía de la
mente es la parte de la filosofía que es la ciencia como tal que estudia la función
de la mente y cuerpo para detectar si la mente es la que nos manda información
para manipular los diferente movimientos y la fisiología del cuerpo humano y
por ello se ha puesto a prueba por medio de la psicología que estudia e
investiga directamente la conducta y los procesos mentales del ser humano.
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